Rebeca con tres años se levantaba temprano, cuando todos estaban dormidos, a decorar con pinturas de cera las paredes de su abuela. Para preservar el blanco de los muros de su casa, Juana la entretuvo enseñándola a coser mientras que su padre la ponía a dibujar “sin salirse de la línea”. Con seis años tuvo la varicela y, cuando su madre le preguntó si quería que le trajera algo, ella, algo tímida, contestó: Sí, un libro de Gloria Fuertes. Así empezó todo. De pequeña se sumergió en un mundo de libros, agujas, hilos, dibujos y pintura. Cuando creció casi tanto como las murallas que rodean su ciudad, decidió dedicar su vida a las artes plásticas. Se mudó a Salamanca, donde descubrió los entresijos de las Bellas Artes. Más tarde, viajó a Madrid para mejorar en diseño.

 Rebeca Jimenez Pinto   

El corazón la impulsó a cruzar un océano y cumplir uno de sus sueños, dedicarse a la ilustración infantil. Actividad que compagina con trabajos de diseño. Ha recibido diversos premios como joven creadora en pintura y fotografía y sus obras han sido expuestas en varias ciudades de España y en la capital de República Dominicana. Además de trabajar, colabora con iniciativas de cooperación al desarrollo promovidas por Organizaciones No Gubernamentales.

Ahora sigue levantándose temprano rodeada de bolígrafos, lápices, encajes, telas y papel en la ciudad de Washington DC.

Rebeca Jimenez Pinto

Loma Miranda